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1 de enero de 2016

Pamplona, Navarra

Estimado Richard Linklater,

Le escribo porque me gustaría compartir con usted una película que decidí montar poco después de haber visto en los cines su película Boyhood. Me gusta llamarlo documental conceptual de metraje doméstico, pero en realidad no son más que viejas cintas caseras montadas de forma que creen un nuevo significado. De todos los vídeos de mi infancia seleccione aquellos planos filmados por mi padre, en los que es él quien mira a través del visor de la videocámara. No fue difícil reconocerlos, a menudo se escucha su voz comentando lo que pasa, y sino, basta fijarse en el horizonte, siempre torcido medio grado a la derecha. Pensaba que solo lo torcía en las fotografías, tal vez porque inclinaba a cámara por el impulso de apretar el botón. Pero no, he comprobado que en los vídeos también sucede, lo cual desarticula mi teoría. Puede que lo haga porque ve mal. Mi padre empezó a perder la vista a los veintiún años, mi edad. Le diagnosticaron la enfermedad de Stargardt, una degeneración macular. Se estará preguntando si es hereditaria, y sí, lo es, pero sigue un patrón autosómico recesivo. Es decir, soy portadora, pero no tiene por qué afectarme. Volviendo a mi película, y a la suya, son momentos de mi vida, de mi infancia, vistos por mi padre, y ahora también vistos como los ve mi padre, con una mancha cuya presencia se va haciendo mayor con el paso del tiempo. El título de su película, Boyhood, se tradujo en España como “Momentos de una vida”. La vida de una persona está marcada por una serie de acontecimientos clave, como un guión cuyos puntos de giro son nacimientos y  muertes, partidas y reencuentros, días que cierran un ciclo para abrir paso a uno nuevo. Y como la vida misma, Boyhood. Los momentos que se muestran de la vida de Mason no son los puntos de giro, sino el antes y el después de aquellos acontecimientos clave. Entre el metraje que mi padre filmó no encuentro bodas, bautizos ni comuniones, encuentro vacaciones de los tres en la playa, una visita de los reyes magos donde me preguntan a ver si voy a tener una hermanita y señalo asintiendo con miedo a la tripa de mi madre, y de pronto, los cuatro en la playa. Momentos por los que nos dejamos atrapar. Si su película fuera una pregunta señor Linklater, la película que le envío es mi respuesta.

Atentamente,

Patricia R. Aranguren

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